La Selección de Futbol Playa de El Salvador ya ha cumplido parte de su sueño al clasificar al Mundial de Marsella, Francia, ahora lo que viene es ganancia. Los seleccionados saben que fueron la sorpresa de la eliminatoria en la Concacaf, como lo definió la propia FIFA en su página web tras dejar en el camino a Estados Unidos.
Pero con todo y esa sorpresa, la Selección no ha dejado de soñar, es así que viajaron a Puerto Vallarta en silencio, sin pedir nada a cambio y con la humildad que los caracteriza, así lo hicieron éste fin de semana cuando partieron rumbo a las playas de Marsella, y donde esperan poner en alto el nombre del país.
Muchos de los seleccionados no conocen mucho de los rivales que enfrentarán y menos sobre aviones o aeropuertos dado que nunca han viajado tan lejos como lo harán ahora. Apenas es la tercera vez, cuarta para algunos, que se separan de sus familias por tanto tiempo. Pero el amor al fútbol, lo que más les gusta hacer, los ha llevado lejos.
Lejos, donde nadie pensó que llegarían. Ni los mayores creyentes. Y es que más que futbolistas de profesión, estos hombres lo son de corazón. El tiempo que le dedican al fútbol es el que alcanzan tras las jornadas normales de trabajo. Solo tras la clasificación se han dedicado de lleno a lo que más les gusta. La mayoría de ellos ha dependido hasta entonces de los ingresos que genera la pesca, aunque con el tiempo, algunos han ido cambiando de trabajo.
Atrás quedaron los campos donde cosechan Elías Ramírez y José Eliodoro Portillo. Por un tiempo, José Roberto Membreño no se sumergirá bajo el agua para arponear en los alrededores de la isla Rancho Viejo. Luis Rodas, portero y capitán de la Selección, paró los estudios de técnico en ingeniería en computación.
La fábrica de cocos en la Isla del Jobal deberá buscar quién limpie el aceite. Saúl Blanco también se fue a Francia. Faltará uno más para cargar cosas, pues José Alejandro Quinteros no está. Y por un tiempo el goleador José Agustín Ruiz se olvidará de la pesca.
Por el honor
El Salvador es el único debutante de su grupo y del Mundial, en el que jugará con Portugal, Italia e Islas Salomón. En los papeles, es la cenicienta del grupo y del evento. Sin embargo, eso no les quita el sueño a los cuscatlecos. Ya antes vivieron esa situación: "Todos nos tenían de menos y dimos ese gran paso", cuenta Saúl Antonio Blanco sobre su participación en la eliminatoria que se llevó a cabo en Puerto Vallarta, México. "ojalá que ahora en el Mundial demos otro paso más grande. Pero todo pidiéndole a Dios que nos tenga atentos, que nos dé fuerza y sabiduría. Ojalá, yo tengo fe de que pasamos a la siguiente fase", afirma.
Por su parte, Elías Alexander "Dinho" Ramírez afirma que "el Mundial va a ser duro porque todos van a querer ganarnos, pero nosotros tenemos que dar la cara y demostrar que también nosotros tenemos condiciones".
José Alfredo Castro opina que "lo primero es echarle ganas, y primeramente Dios que poco a poco se nos den las cosas. Esperamos hacer un buen papel".
Por su parte, José Roberto Membreño, que fácilmente puede presumir de su condición física gracias a la capacidad pulmonar que le ha dado la pesca artesanal, cree que "es una oportunidad muy grande que Dios nos ha dado. Y espero aprovecharlo al máximo, sacar un buen resultado, digno, para poner el nombre del país en alto así como lo fuimos a poner a Puerto Vallarta, México".
Fútbol, su gran pasión:
El equipo de fútbol playa que representará a El Salvador en el Mundial es quizá la selección más representativa que ha tenido el país en su historia en cuanto a cercanía hacia el pueblo. No por exposición a los medios o porque les conozcan. Sino porque en su cotidianidad llevan una vida con sueños y esperanzas, con penas y alegrías, como las de cualquier salvadoreño.
Elías Ramírez, quien se dedica a la agricultura y a la corta de café según la temporada. Además, también ha trabajado como cobrador de bus en California, en su natal Usulután. "Esta también es una oportunidad que nosotros tenemos para sacar a nuestras familias adelante porque nos pagan más que andar trabajando en la finca", explica.
Por su parte, Roberto Membreño, pescador artesanal, ve en este Mundial una ocasión para incrementar sus posibilidades de tener una casa: "soñaría con cambiar mi vida en la que vivo, lastimosamente no tengo una casa dónde vivir con mi familia; espero eso, que se me dé la oportunidad, lograr hacer mi casita para vivir con mis hijos y mi esposa y es un sueño muy grande ayudarle a mi familia, a mi mamá, a mi papá, que lo necesitan", dice José Roberto, de 27 años y quien ha jugado fútbol en la playa "toda mi vida".
El capitán y portero Luis Rodas cuenta que "desde muy chico había querido estar en una Selección, yo decía de fútbol once, jamás pensé estar en una selección de playa. Pero Dios sabe por dónde lleva las cosas".
Pero con todo y esa sorpresa, la Selección no ha dejado de soñar, es así que viajaron a Puerto Vallarta en silencio, sin pedir nada a cambio y con la humildad que los caracteriza, así lo hicieron éste fin de semana cuando partieron rumbo a las playas de Marsella, y donde esperan poner en alto el nombre del país.
Muchos de los seleccionados no conocen mucho de los rivales que enfrentarán y menos sobre aviones o aeropuertos dado que nunca han viajado tan lejos como lo harán ahora. Apenas es la tercera vez, cuarta para algunos, que se separan de sus familias por tanto tiempo. Pero el amor al fútbol, lo que más les gusta hacer, los ha llevado lejos.
Lejos, donde nadie pensó que llegarían. Ni los mayores creyentes. Y es que más que futbolistas de profesión, estos hombres lo son de corazón. El tiempo que le dedican al fútbol es el que alcanzan tras las jornadas normales de trabajo. Solo tras la clasificación se han dedicado de lleno a lo que más les gusta. La mayoría de ellos ha dependido hasta entonces de los ingresos que genera la pesca, aunque con el tiempo, algunos han ido cambiando de trabajo.
Atrás quedaron los campos donde cosechan Elías Ramírez y José Eliodoro Portillo. Por un tiempo, José Roberto Membreño no se sumergirá bajo el agua para arponear en los alrededores de la isla Rancho Viejo. Luis Rodas, portero y capitán de la Selección, paró los estudios de técnico en ingeniería en computación.
La fábrica de cocos en la Isla del Jobal deberá buscar quién limpie el aceite. Saúl Blanco también se fue a Francia. Faltará uno más para cargar cosas, pues José Alejandro Quinteros no está. Y por un tiempo el goleador José Agustín Ruiz se olvidará de la pesca.
Por el honor
El Salvador es el único debutante de su grupo y del Mundial, en el que jugará con Portugal, Italia e Islas Salomón. En los papeles, es la cenicienta del grupo y del evento. Sin embargo, eso no les quita el sueño a los cuscatlecos. Ya antes vivieron esa situación: "Todos nos tenían de menos y dimos ese gran paso", cuenta Saúl Antonio Blanco sobre su participación en la eliminatoria que se llevó a cabo en Puerto Vallarta, México. "ojalá que ahora en el Mundial demos otro paso más grande. Pero todo pidiéndole a Dios que nos tenga atentos, que nos dé fuerza y sabiduría. Ojalá, yo tengo fe de que pasamos a la siguiente fase", afirma.
Por su parte, Elías Alexander "Dinho" Ramírez afirma que "el Mundial va a ser duro porque todos van a querer ganarnos, pero nosotros tenemos que dar la cara y demostrar que también nosotros tenemos condiciones".
José Alfredo Castro opina que "lo primero es echarle ganas, y primeramente Dios que poco a poco se nos den las cosas. Esperamos hacer un buen papel".
Por su parte, José Roberto Membreño, que fácilmente puede presumir de su condición física gracias a la capacidad pulmonar que le ha dado la pesca artesanal, cree que "es una oportunidad muy grande que Dios nos ha dado. Y espero aprovecharlo al máximo, sacar un buen resultado, digno, para poner el nombre del país en alto así como lo fuimos a poner a Puerto Vallarta, México".
Fútbol, su gran pasión:
El equipo de fútbol playa que representará a El Salvador en el Mundial es quizá la selección más representativa que ha tenido el país en su historia en cuanto a cercanía hacia el pueblo. No por exposición a los medios o porque les conozcan. Sino porque en su cotidianidad llevan una vida con sueños y esperanzas, con penas y alegrías, como las de cualquier salvadoreño.
Elías Ramírez, quien se dedica a la agricultura y a la corta de café según la temporada. Además, también ha trabajado como cobrador de bus en California, en su natal Usulután. "Esta también es una oportunidad que nosotros tenemos para sacar a nuestras familias adelante porque nos pagan más que andar trabajando en la finca", explica.
Por su parte, Roberto Membreño, pescador artesanal, ve en este Mundial una ocasión para incrementar sus posibilidades de tener una casa: "soñaría con cambiar mi vida en la que vivo, lastimosamente no tengo una casa dónde vivir con mi familia; espero eso, que se me dé la oportunidad, lograr hacer mi casita para vivir con mis hijos y mi esposa y es un sueño muy grande ayudarle a mi familia, a mi mamá, a mi papá, que lo necesitan", dice José Roberto, de 27 años y quien ha jugado fútbol en la playa "toda mi vida".
El capitán y portero Luis Rodas cuenta que "desde muy chico había querido estar en una Selección, yo decía de fútbol once, jamás pensé estar en una selección de playa. Pero Dios sabe por dónde lleva las cosas".
He querido retomar la noticia publicada en el periódico El Diario de Hoy porque me parece que es muy oportuna en estos momento de crisis y quizas nos pueda servir para ver que si uno se propone una meta la puede alcanzar, estos jovenes viviendo a la orilla del mar nunca pensaro ir a un mundial pero ahora que han encontrado una puerta abierta han dado lo mejor de sí para alcanzar sus sueños...
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