
Algo que caracteriza a la cultura salvadoreña es la despreocupación o falta de prevención de las cosas, dado que a veces se parte del hecho que “nada pasa, hasta que pasa” y es justamente hasta que se enfrentan los problemas que se buscan los métodos para paliar consecuencias, cuando lo más fácil hubiera sido prevenir antes de tiempo.
El fútbol salvadoreño no es la excepción a la regla y por eso el sábado pasado este estuvo a punto de escribir una página que nadie quisiera tener que hacerlo. San Miguel fue el escenario del clásico de las mayorías entre Águila y Alianza, que así como significó alegría por los tres puntos para los emplumados también pudo haber terminado en duelo cuando su portero titular, Benji Villalobos, tuvo que abandonar la cancha por problemas respiratorios, debido al humo que le asfixió los pulmones.
Pero el hecho va más allá del ingreso al hospital de Villalobos. Porque el mismo pudo haberse evitado si de verdad se cumplieran las supuestas disposiciones de seguridad que la liga mayor dicta para que se cumplan en los estadios. En el caso de la pólvora, la misma se encuentra prohibida. De cualquier tipo y en cualquier estadio, desde el 7 de marzo de 2004. Será acaso que ya nadie recuerda el hecho que desencadenó esa prohibición que hoy muy poco parece que se hace por cumplir.
No era el Juan Francisco Barraza, sino el Jorge “Mágico” González el estadio. No un Águila-Alianza, sino un Alianza-San Salvador. A menos de 10 minutos para que iniciara el juego, una explosión en el sector norte dejó un saldo fatal: un muerto, Jesús Montano, y 23 personas heridas. Todos aficionados aliancistas. La tragedia que vistió esa tarde el fútbol nacional no hizo esperar la resolución que hoy ya nadie respeta: se prohibió el ingreso de la pólvora a los estadios de primera división. ¿Espectáculo? Pues habría que buscar otras maneras de hacerlo.
Pero con el paso de los años, poco a poco el humo fue volviendo a aparecer en las gradas. Densamente, como su misma naturaleza, el sábado fue nuevamente un acabose, aunque esta vez, por fortuna, sin final trágico con el episodio que envió a Benji inconsciente y con oxígeno al Centro Médico de San Miguel.
Nuevamente volverán a aparecer las voces que piden la desaparición y la prohibición para ingresar pólvora a los estadios. Faltará ver las medidas para hacerlo efectivo, y que esta vez no se olvide con el paso de los años.
El fútbol salvadoreño no es la excepción a la regla y por eso el sábado pasado este estuvo a punto de escribir una página que nadie quisiera tener que hacerlo. San Miguel fue el escenario del clásico de las mayorías entre Águila y Alianza, que así como significó alegría por los tres puntos para los emplumados también pudo haber terminado en duelo cuando su portero titular, Benji Villalobos, tuvo que abandonar la cancha por problemas respiratorios, debido al humo que le asfixió los pulmones.
Pero el hecho va más allá del ingreso al hospital de Villalobos. Porque el mismo pudo haberse evitado si de verdad se cumplieran las supuestas disposiciones de seguridad que la liga mayor dicta para que se cumplan en los estadios. En el caso de la pólvora, la misma se encuentra prohibida. De cualquier tipo y en cualquier estadio, desde el 7 de marzo de 2004. Será acaso que ya nadie recuerda el hecho que desencadenó esa prohibición que hoy muy poco parece que se hace por cumplir.
No era el Juan Francisco Barraza, sino el Jorge “Mágico” González el estadio. No un Águila-Alianza, sino un Alianza-San Salvador. A menos de 10 minutos para que iniciara el juego, una explosión en el sector norte dejó un saldo fatal: un muerto, Jesús Montano, y 23 personas heridas. Todos aficionados aliancistas. La tragedia que vistió esa tarde el fútbol nacional no hizo esperar la resolución que hoy ya nadie respeta: se prohibió el ingreso de la pólvora a los estadios de primera división. ¿Espectáculo? Pues habría que buscar otras maneras de hacerlo.
Pero con el paso de los años, poco a poco el humo fue volviendo a aparecer en las gradas. Densamente, como su misma naturaleza, el sábado fue nuevamente un acabose, aunque esta vez, por fortuna, sin final trágico con el episodio que envió a Benji inconsciente y con oxígeno al Centro Médico de San Miguel.
Nuevamente volverán a aparecer las voces que piden la desaparición y la prohibición para ingresar pólvora a los estadios. Faltará ver las medidas para hacerlo efectivo, y que esta vez no se olvide con el paso de los años.
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