La prensa internacional ha coincidido en valorar la cumbre del G-20 en Washington como un "primer paso" hacia la reforma del sistema financiero mundial al tiempo que se ha mostrado con cautela sobre el futuro de los acuerdos alcanzados. Por ejemplo, la prensa española estimó que la reunión, en la que participaron 20 países desarrollados y emergentes, responsables del 85% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, es un buen principio aunque destacó la vaguedad de lo decidido.
"La cumbre de ayer es el primer paso necesario, aunque todavía modesto, para reformar la arquitectura financiera mundial", afirmaba El País en su editorial. "El comunicado final de la cumbre transmite una idea de seriedad y de urgencia", agregaba el diario español, admitiendo que "sólo propone principios genéricos de reforma del sistema financiero y líneas muy generales de actuación económica". "Un buen primer paso para gobernar la economía mundial", titulaba el editorial de El Mundo, calificando los acuerdos alcanzados de "demasiado genéricos" y pronosticando "la desaparición prácticamente efectiva del G8, un club que ha perdido su sentido".
En la misma línea, la prensa brasileña destacó la propuesta de su país de reemplazar al G8 por el G20 y dudaba también de la efectividad y profundidad de las medidas acordadas en Washington.
O Globo y O Estado de Sao Paulo destacaron las palabras del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, indicando que el G8 de naciones más industrializadas ya "no tiene más razón de ser".
Un análisis de Folha de Sao Paulo señalaba que, "como era esperado, nada de urgente salió del encuentro de líderes mundiales patrocinado por George W. Bush, que tiene las maletas listas para dejar la Casa Blanca". O Estado criticó que las recomendaciones se ajustan "al deseo de EEUU de no intervenir mucho en las instituciones financieras" y que la reunión perdiese fuerza al ser liderada por el saliente presidente estadounidense George W. Bush.
La prensa argentina destacó especialmente la voluntad de impulsar nuevas regulaciones para los mercados financieros y el acuerdo para reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI). "El G20 acordó regular más los mercados financieros", tituló en su portada el diario La Nación, mientras Página 12 hablaba de "Cambio de libreto" y Clarín optaba por destacar el discurso de la presidenta argentina, Cristina Kirchner, culpando a las AFJP (fondos de pensión privados argentinos) de "la deuda externa y el default" de Argentina.
"Los dirigentes de las mayores 20 economías del mundo no iban, en una sola tarde, a resolver una crisis que es el resultado de una generación", estimó el británico The Observer, de izquierdas, en un editorial en el que se felicitaba por la voluntad de hablar de acciones coordinadas.
La prensa francesa destacó el papel del presidente del país, Nicolas Sarkozy: "Sarkozy como amo del mundo", titulaba Le Journal du Dimanche en un reportaje. Los diarios italianos se mostraron críticos. La Repubblica, de izquierdas, hablaba de "la cumbre de las mentiras", mientras su competidor conservador, La Stampa, decía "adiós a la vieja Europa" pronosticando que el continente "pesará menos en el seno del G20".
"La cumbre de ayer es el primer paso necesario, aunque todavía modesto, para reformar la arquitectura financiera mundial", afirmaba El País en su editorial. "El comunicado final de la cumbre transmite una idea de seriedad y de urgencia", agregaba el diario español, admitiendo que "sólo propone principios genéricos de reforma del sistema financiero y líneas muy generales de actuación económica". "Un buen primer paso para gobernar la economía mundial", titulaba el editorial de El Mundo, calificando los acuerdos alcanzados de "demasiado genéricos" y pronosticando "la desaparición prácticamente efectiva del G8, un club que ha perdido su sentido".
En la misma línea, la prensa brasileña destacó la propuesta de su país de reemplazar al G8 por el G20 y dudaba también de la efectividad y profundidad de las medidas acordadas en Washington.
O Globo y O Estado de Sao Paulo destacaron las palabras del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, indicando que el G8 de naciones más industrializadas ya "no tiene más razón de ser".
Un análisis de Folha de Sao Paulo señalaba que, "como era esperado, nada de urgente salió del encuentro de líderes mundiales patrocinado por George W. Bush, que tiene las maletas listas para dejar la Casa Blanca". O Estado criticó que las recomendaciones se ajustan "al deseo de EEUU de no intervenir mucho en las instituciones financieras" y que la reunión perdiese fuerza al ser liderada por el saliente presidente estadounidense George W. Bush.
La prensa argentina destacó especialmente la voluntad de impulsar nuevas regulaciones para los mercados financieros y el acuerdo para reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI). "El G20 acordó regular más los mercados financieros", tituló en su portada el diario La Nación, mientras Página 12 hablaba de "Cambio de libreto" y Clarín optaba por destacar el discurso de la presidenta argentina, Cristina Kirchner, culpando a las AFJP (fondos de pensión privados argentinos) de "la deuda externa y el default" de Argentina.
"Los dirigentes de las mayores 20 economías del mundo no iban, en una sola tarde, a resolver una crisis que es el resultado de una generación", estimó el británico The Observer, de izquierdas, en un editorial en el que se felicitaba por la voluntad de hablar de acciones coordinadas.
La prensa francesa destacó el papel del presidente del país, Nicolas Sarkozy: "Sarkozy como amo del mundo", titulaba Le Journal du Dimanche en un reportaje. Los diarios italianos se mostraron críticos. La Repubblica, de izquierdas, hablaba de "la cumbre de las mentiras", mientras su competidor conservador, La Stampa, decía "adiós a la vieja Europa" pronosticando que el continente "pesará menos en el seno del G20".
Como puede apreciarse las apreciaciones son variadas, sin embargo, independientemente de que sean creibles o no las notas publicadas por los medio, el punto importante es que se ha conformado un grupo que incluye a países que antes no eran considerados para abordar este tipo de problemas, por lo que existe un espacio que puede ir creciendo a través del cual los países en vias de desarrollo pueden hacer valer sus derechos y tratar de influir en las decisiones que les afectan en su desarrollo.
Solamente queda esperar hasta marzo del próximo año cuando nuevamente se vuelvan a reunión los países miembros del G-20 para analizar si se han cumplido o no sus mandatos.
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