viernes, 19 de diciembre de 2008

Caminando por Cinquera, Cabañas.

Las siguientes líneas son un relato que encontre de un reportaje que se hizo de Cinquera, un pequeño pueblito ubicado en el departamento de Cabañas, El Salvador, y que me parecio entretenido pues permite conocer un nuevo lugar para hacer un poco de turismo interno. Según se describe en el reportaje, el viaje lo hicieron a Cinquera para hacer un recorrido digamos que ecológico pues visitarían un bosque al cual no se puede acceder con auto, por lo que es una aventura para los amantes de las caminatas. Asi que sin más preambulos, aqui les dejo la narración del viaje.
Los primeros metros son afables. Dos vueltas en bajada y un poco de lodo protagonizan el inicio del paseo. El calzado se pone a prueba. Las sandalias y los tenis no son las opciones más recomendables. Lo ideal: los burros, los todoterreno. A lo lejos se escucha el agua corriendo... A medida que se avanza, el sonido se hace más fuerte... ¡Sorpresa! El río Paso Hondo nos da la bienvenida. Después de admirar el paisaje, sobreviene la duda: ¡Eh!, ¿Para entrar al bosque hay que cruzar el río? La respuesta no se hace esperar. Zapatos y calcetines afuera, jeans doblados hasta las rodillas y para dentro. Los deditos son los primeros en probar el agua. Está fría, pero con el calor que hace se siente bien. Dónde colocar los pies se vuelve un arte.Las piedras más traviesas se deslizan risueñas, mientras que las más solidarias, se mantienen firmes. Las menos sociales, las pequeñitas, optan por hacer llorar a la piel.
La guía que acompaña, llega hasta la orilla sin problema. Generosamente, se regresa y nos ayuda a pasar. “Faltan dos más”, nos advierte. Las risas resuenan en el lugar. Mejor reír que llorar. Al otro lado, un comité de mariposas nos recibe con alegres revoloteos. El camino luce tranquilo, pero hay que tener cuidado. La lluvia ha generado fango en algunos sectores. Unos metros más y el río surge nuevamente. A echarse el arte otra vez. La hazaña se vuelve a repetir unos pasos adelante y luego se desvela un hermoso paraje: la poza El Salto que se nutre con el llanto de una cascada. Las mariposas abundan. Un par de ellas retiene la atención de inmediato. Son grandes y azules. La tranquilidad que se experimenta es increíble.
En el pueblo aun existe el Campanario de la antigua iglesia, que realmente es lo único que queda de la estructura anterior. En sus muros, aun se observan las huellas de la guerra. Nadie sospecharía las historias que guardan esos parajes. Las anécdotas de desaparecidos, persecuciones, torturas y muertes opacan el rostro de los habitantes de Cinquera. El conflicto armado dejó huellas dolorosas, imposibles de olvidar. De acuerdo a la guía, antes de que la guerra iniciara, la población del municipio alcanzaba las ocho mil personas. Ante la violencia, la mayor parte de familias optó por abandonar los hogares. Al firmarse los Acuerdos de Paz, en 1992, varias regresaron. Actualmente, sus ocupantes no sobrepasan los dos mil. Mientras sus residentes se encargan de sanar las heridas, el bosque sigue su camino, brindando alojamiento no sólo a insectos, sino a torogoces, culebras, venados, zorrillos y tigrillos.
El sendero continúa. Unos pasos de elefante y se llega a la poza San Benito. Una breve pausa y a conocer la “cocina vietnamita”. A través de este modelo, la guerrilla salvadoreña lograba despistar al ejército colocando bajo la tierra los canales por donde salía el humo. De esa forma, éste salía diluído y metros arriba de donde se encontraba el campamento.Más adelante se contemplan unas pilas añileras. El Amate blanco se sitúa un poco después. Hoy en día es un árbol donde las aves transitorias anidan en el verano, pero años atrás funcionaba como un horno de cal. Los más osados ascienden hasta “El Cascabel”, un ex campamento guerrillero que hacía las veces de hospital. Ahí los visitantes pueden apreciar una réplica de las mesas donde se operaba y algunas trincheras. Una experiencia enriquecedora. No sólo porque se interactúa con la naturaleza, sino porque con la historia de su gente, se sensibiliza el corazón.

No hay comentarios: