viernes, 18 de septiembre de 2009

Turismo nocturno en San Salvador.

La noche ha caído y unos 300 turistas nacionales y extranjeros se encuentran en una de las principales plazas de San Salvador: la plaza Libertad. La mayoría de estos rodean a Carlos Cañas Dinarte, historiador salvadoreño y graduado de la Academia de Historia Nacional. Lo escuchan cómo domina y revela, con cierta prisa y a través de un megáfono, las historias que ni en el buscador de la web más eficiente puede encontrar. Otros, con su cámara en mano, se retratan en grupos familiares frente a uno de los monumentos más representativos y emblemáticos ubicados frente a la plaza Libertad, en pleno Centro Histórico de la capital.
Es el monumento donde el 21 de septiembre de 1821 se juró la fidelidad del acta de independencia, la cual se firmó en Guatemala el 15 de septiembre del mismo año. La infraestructura, que tiene una especie de pileta al pie para que una llama eterna recuerde que ahí se juró ese acto, ahora solo hace competencia con un barril de desechos. Como lo explica el historiador, el gran valor histórico que tiene este sitio como el resto de lugares que rodean toda la plaza, hoy por hoy no deja de ser un “pasto” o parte del centro “histórico”, el cual vale la pena explorar y conocer por cultura general, al mismo tiempo que sirve para un relax nocturno en medio de la semana.
La Policía de Turismo (POLITUR) lo ha denominado “Tour nocturno”. Esta es la institución que engendró esta nueva modalidad como parte del turismo interno que desde noviembre del año pasado nació para fortalecer las relaciones con la comunidad turística nacional y extranjera, con el fin de rescatar la identidad cultural y valores históricos. Al mismo tiempo “es una manera diferente de acercarse con las comunidades, según explica el subcomisionado Vladimir Cáceres.
Sus inicios
Específicamente, este proyecto arrancó el 4 de noviembre de 2008 con el tour de las iglesias, el cual comprende un recorrido por la iglesia El Rosario, Sagrado Corazón y El Calvario. Las puertas de estas joyas arquitectónicas son abiertas por sacerdotes. Además de Dinarte, estos mismos religiosos explican el misterio de estas iglesias y el detalle de sus construcciones. Casi nadie tiene el privilegio de visitarlas de noche, de apreciar su grandiosa infraestructura, es por eso que las dos horas para conocerlas representa un recorrido y un viaje a lo eterno, a un misterioso pasado que atrapa a los turistas.
Con otro de los destinos se rompe el miedo y se recorre el Cementerio General de San Salvador. Este es posicionado bajo el nombre de “necroturismo” y es el que más impacto ha tenido. Ubicado en el corazón de la capital, al costado sur del mercado Central, es uno de los cementerios donde están los restos de miembros de familias adineradas, escritores, generales y ex presidentes; restos de emblemáticas figuras políticas enterrados en mausoleos inspirados en la corriente del art nouveau que se desarrolló en Europa a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
La mayoría acude a este tour por morbo, porque suponen que se dan manifestaciones extrañas. No en vano el subcomisionado Cáceres animaba a los paseantes: “Aquí puede pasar de todo, pero la POLITUR los cuida, no les pasará nada”. Todos ríen y uno de los paseantes dice en tono de broma: “ Huy, pues ya no voy”. Pero en realidad las ganas de conocer y descubrir las tumbas los mueve a todos.
Quizá lo más espeluznante que los turistas pueden escuchar es el relato de la “La novia”, la estatua más bella elaborada en mármol blanco, según Dinarte, hecha a imagen y semejanza de la difunta Lidia Cristales, una joven que fue envenenada y murió con su traje de bodas en el altar al momento de casarse el 26 de mayo de 1924. Según le narra a las paseantes, es que a la media noche sale de su tumba a robarse a los hombres. Unos se asombraban, otros lo toman como broma. “A mí me gusta que me roben las novias reales”, decía con picardía César A.
Mientras Cañas muestra el sepulcro del prócer de la Unión Centroamericana en el siglo XIX, el general Francisco Morazán, fusilado el 15 de setiembre de 1842 en San José, Costa Rica, se oyen despavoridos gritos por otro rumbo donde el guía Héctor Serrato atiende a otro grupo. Un muerto empapado de sangre en un ataúd, pero solo es una broma.
Para algunos es una locura hacer este tipo de tours, para otros es culturizante, es momento para conocer amigos y disfrutar en familia. Una turista española, identificada como Fernanda, aseguró que ni en su país se realizan estos tipos de paseo que a su criterio son “estupendos”.
Lo novedoso de este tipo de turismo es que es gratuito, pero a aparte de eso es seguro. Hay unos 30 agentes de esta división policial que se encargan de guiar los autobuses. Al filo de las 10 de la noche, cada uno regresa a casa con un conocimiento más de su terruño y con el agrado de haber salido de la rutina de la semana.

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