A continuación les comparto un editorial escrito por el Ministro de Economía de El Salvador, en el cual cuenta un poco su experiencia durante la realización de la V Cumbre de las Américas que se realizo en Trinidad y Tobago, y la cual describe de la siguiente manera...La vida me dio la oportunidad de conformar la delegación que acompañó al Presidente Saca a la V Cumbre de las Américas, del 17 al 19 de abril en Puerto España, de Trinidad y Tobago. Gran coincidencia de opiniones dicen que esta Cumbre provocó grandes expectativas a los pueblos de América, especialmente por el debut del Presidente Obama en un foro como éste.
La Cumbre estuvo plagada de hechos interesantes, dignos de contar, y voy a empezar a comentar mi arribo, ya que fue bastante peculiar. En Puerto España sólo hay tres hoteles grandes y uno de ellos lo ocupó en su totalidad la delegación de Barack Obama. Es por ello que los organizadores echaron mano de dos cruceros que fueron atracados frente al Hyatt, hotel sede de la Cumbre. En este episodio, tuve la suerte de ser alojado en el crucero Caribbean Princess; mientras que otros colegas en el Hyatt, en tierra firme. Si bien el crucero sólo sirvió de dormitorio, era obvio al segundo día la envidia por la suerte del hospedaje, no sólo por fantásticos espectáculos nocturnos, si no por la comida de primer nivel, cuya calidad no necesariamente se degustó en el hotel sede.
El día diecisiete se llevó a cabo la ceremonia de inauguración, en la cual los jefes de Estado que tenían la presidencia pro-témpore de las regiones, tomaron la palabra. Nuestro representante regional, o sea, el presidente pro-témpore del SICA, fue Daniel Ortega. Digno de mención es el discurso de más de cincuenta minutos pronunciado por Ortega, lleno de espíritu "anti yankee y revolucionario".
El discurso lo focalizó a que todas las penas y dificultades de Nicaragua, así como de la región, tienen un solo culpable: Estados Unidos y su "colonialismo imperialista". Para evidenciarlo, hechó mano de una extensa narrativa cronológica que remontó a los años veinte del siglo pasado, que al pasar por los treinta la detalló, explicando con bravura, cómo los norteamericanos impusieron la dinastía Somoza, etc., etc., etc. Al iniciar los sesenta, el pro-témpore hizo una pausa dando paso a la lectura de una misiva a la Cumbre del Presidente de Cuba. Jocosa expresión de la nota fue, al decir que perdonaban de toda culpa al presidente Obama por lo ocurrido en 1961, el episodio de Bahía de Cochinos, ya que en ese entonces, Barack, apenas tenía tres meses de edad. El presidente Ortega, usando el podio de presidente pro-témpore de Centroamérica, introdujo así de sesgo y sin permiso de sus mandantes, la vos de Cuba a la Cumbre. En contraste, por cierto, hay que decir que el presidente Chávez estuvo bastante discreto.
Llegó el turno al podio del presidente Obama, representando a los países del norte. Su discurso empezó diciendo que él llegaba a la Cumbre con el objetivo de escuchar y hablar del futuro y no para estar clavado y anclado al pasado con criterios apegados a sesgos ideológicos. Señalando a Ortega, le agradeció el gesto de no haberlo culpado por lo ocurrido en Cuba cuando tenia tres meses de edad, y luego de eso prosiguió con un discurso de cara a resolver los temas de importancia para muchos países de la región, entre ellos el tema de embargo a Cuba, comercio, migración, entre otros.
El día de la plenaria se juntaron los 34 presidentes en el cónclave del hotel Hyatt, donde hizo su entrada triunfal, al estilo y energía de estrella de rock, el presidente Obama. En la gran mesa redonda correspondió a la delegación de El Salvador ser vecino de la delegación de los Estados Unidos, valiosa oportunidad para socializar y conocernos personalmente, así como para intercambiar impresiones durante el desarrollo de la Cumbre, tanto a nivel de los presidentes, como de sus acompañantes.
Es de testimoniar que llamó la atención de los jefes de Estado y los demás presentes, el gesto del presidente Saca de presentar al presidente electo, Mauricio Funes, y más admiración llamó hacia nuestro pulgarcito, la actitud del mandatario de hacerse a un lado y cederle la palabra ante el pleno al próximo presidente de El Salvador; un hecho fuera de protocolo calificado de inédito, que causó el aplauso de la Cumbre, saludando así la transición y el fortalecimiento democrático de nuestro amado El Salvador, otra vez ejemplo para las democracias de las Américas.
La Cumbre estuvo plagada de hechos interesantes, dignos de contar, y voy a empezar a comentar mi arribo, ya que fue bastante peculiar. En Puerto España sólo hay tres hoteles grandes y uno de ellos lo ocupó en su totalidad la delegación de Barack Obama. Es por ello que los organizadores echaron mano de dos cruceros que fueron atracados frente al Hyatt, hotel sede de la Cumbre. En este episodio, tuve la suerte de ser alojado en el crucero Caribbean Princess; mientras que otros colegas en el Hyatt, en tierra firme. Si bien el crucero sólo sirvió de dormitorio, era obvio al segundo día la envidia por la suerte del hospedaje, no sólo por fantásticos espectáculos nocturnos, si no por la comida de primer nivel, cuya calidad no necesariamente se degustó en el hotel sede.
El día diecisiete se llevó a cabo la ceremonia de inauguración, en la cual los jefes de Estado que tenían la presidencia pro-témpore de las regiones, tomaron la palabra. Nuestro representante regional, o sea, el presidente pro-témpore del SICA, fue Daniel Ortega. Digno de mención es el discurso de más de cincuenta minutos pronunciado por Ortega, lleno de espíritu "anti yankee y revolucionario".
El discurso lo focalizó a que todas las penas y dificultades de Nicaragua, así como de la región, tienen un solo culpable: Estados Unidos y su "colonialismo imperialista". Para evidenciarlo, hechó mano de una extensa narrativa cronológica que remontó a los años veinte del siglo pasado, que al pasar por los treinta la detalló, explicando con bravura, cómo los norteamericanos impusieron la dinastía Somoza, etc., etc., etc. Al iniciar los sesenta, el pro-témpore hizo una pausa dando paso a la lectura de una misiva a la Cumbre del Presidente de Cuba. Jocosa expresión de la nota fue, al decir que perdonaban de toda culpa al presidente Obama por lo ocurrido en 1961, el episodio de Bahía de Cochinos, ya que en ese entonces, Barack, apenas tenía tres meses de edad. El presidente Ortega, usando el podio de presidente pro-témpore de Centroamérica, introdujo así de sesgo y sin permiso de sus mandantes, la vos de Cuba a la Cumbre. En contraste, por cierto, hay que decir que el presidente Chávez estuvo bastante discreto.
Llegó el turno al podio del presidente Obama, representando a los países del norte. Su discurso empezó diciendo que él llegaba a la Cumbre con el objetivo de escuchar y hablar del futuro y no para estar clavado y anclado al pasado con criterios apegados a sesgos ideológicos. Señalando a Ortega, le agradeció el gesto de no haberlo culpado por lo ocurrido en Cuba cuando tenia tres meses de edad, y luego de eso prosiguió con un discurso de cara a resolver los temas de importancia para muchos países de la región, entre ellos el tema de embargo a Cuba, comercio, migración, entre otros.
El día de la plenaria se juntaron los 34 presidentes en el cónclave del hotel Hyatt, donde hizo su entrada triunfal, al estilo y energía de estrella de rock, el presidente Obama. En la gran mesa redonda correspondió a la delegación de El Salvador ser vecino de la delegación de los Estados Unidos, valiosa oportunidad para socializar y conocernos personalmente, así como para intercambiar impresiones durante el desarrollo de la Cumbre, tanto a nivel de los presidentes, como de sus acompañantes.
Es de testimoniar que llamó la atención de los jefes de Estado y los demás presentes, el gesto del presidente Saca de presentar al presidente electo, Mauricio Funes, y más admiración llamó hacia nuestro pulgarcito, la actitud del mandatario de hacerse a un lado y cederle la palabra ante el pleno al próximo presidente de El Salvador; un hecho fuera de protocolo calificado de inédito, que causó el aplauso de la Cumbre, saludando así la transición y el fortalecimiento democrático de nuestro amado El Salvador, otra vez ejemplo para las democracias de las Américas.
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