martes, 30 de junio de 2009

El CA4 le cierra el comercio a Honduras.

Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que junto a Honduras forman el bloque CA-4, acordaron suspender el intercambio comercial con este último país, así como encuentros deportivos y sociales, como parte de las presiones internacionales para que restituyan al depuesto presidente Manuel Zelaya. "Ante la situación en Honduras anunciamos el cierre del comercio por las fronteras terrestre durante 48 horas", dijo el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, tras reunirse con sus colegas de la región.
Además, instruyeron a sus directores ante el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para que suspendan todos los préstamos y desembolsos para Honduras, rechazaron cualquier tipo de reunión con el "Gobierno de facto" de Micheletti y vetaron la participación de todo representante de éste en las citas del SICA.
Pero la respuesta no se hizo esperar. El Gobierno de Honduras respondió a sus vecinos que si le cierran las fronteras comerciales, responderá de igual modo. Al menos así lo dijo el secretario de Relaciones Exteriores, Enrique Ortez, quien fue juramentado por el nuevo gobernante hondureño, Roberto Micheletti.
Honduras, con 7 millones de habitantes, es uno de los países más pobres del continente y su economía –dependiente de las remesas, las exportaciones de café y los textiles– ha sido duramente castigada por la crisis económica. Autoridades del sector cafetalero dijeron que el golpe en Honduras no afectará en el corto plazo a la industria del café porque la cosecha ya casi terminó, aunque las perspectivas futuras no son tan claras.
Al mismo tiempo, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba), así como Chile, México y El Salvador, decidieron retirar a sus embajadores de Tegucigalpa, que se ha convertido en el escenario de violentos enfrentamientos entre partidarios de Zelaya y tropas de las Fuerzas Armadas.
Simpatizantes de Zelaya fueron dispersados por fuerzas de seguridad en la capital hondureña con gases lacrimógenos cerca del palacio de Gobierno, donde cientos de soldados y policías estaban apostados con armas largas y blindados. Decenas habían sido detenidos, según los manifestantes, y la Cruz Roja dijo que hubo cuatro heridos. Pero el lunes a la tarde, aunque en la capital los manifestantes empezaron a mermar, estallaron protestas en ciudades como San Pedro Sula.
Prácticamente Honduras ha quedado aislado internacionalmente luego que el Ejército derrocara al presidente izquierdista y el Congreso designara a su líder, Roberto Micheletti, como mandatario interino. De hecho, el presidente estadounidense, Barack Obama, reafirmó ayer que Zelaya sigue siendo el presidente y que trabajará con otros países e instituciones para la vuelta del mandatario al Gobierno.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, dijo que la prioridad inmediata de Washington es restaurar el orden democrático y constitucional en Honduras, después de que su país anunciara que reconoce como único mandatario a Zelaya. Zelaya fue invitado a la Asamblea General de Naciones Unidas y su portavoz dijo que se dirigirá el martes a la entidad compuesta por 192 naciones.
El derrocamiento de la madrugada del domingo sucedió después de que Zelaya desafiara a la Suprema Corte y al Ejército al insistir en realizar una consulta pública con miras a modificar la Constitución a fin de reelegirse como presidente. La expulsión tuvo el respaldo de opositores y hasta miembros del partido de Zelaya enojados por el giro a la izquierda del empresario, aliado al venezolano Hugo Chávez.
Pero Zelaya, que participó con los demás mandatarios de la región en los encuentros en Managua, anunció que volverá a Honduras el próximo jueves, acompañado del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel Insulza. Sin embargo, el presidente interino, Roberto Micheletti, quien dijo que Zelaya debía estar en la cárcel por desacatar a las instituciones, denunció que el depuesto presidente "estaba llevando el país hacia el 'chavismo', estaba siguiendo ese modelo que no es aceptado por los hondureños".
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) denunció en un comunicado las limitaciones a la labor de los medios de comunicación en Honduras en el marco de la crisis con motivo del toque de queda de 48 horas impuesto por el nuevo Gobierno, la suspensión temporal de las señales de radio y televisión estatal y las agresiones de periodistas por parte de los simpatizantes de Zelaya.

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