miércoles, 28 de enero de 2009

Aprendiendo a vivir en condiciones hostiles.

Tomar un vaso de agua fresca tiene un significado muy especial para los cerca de 22 millones de brasileños que viven en la región del semi-árida de ese enorme país. En esa vasta zona que se extiende por casi un millón de kilómetros y once estados en el noreste de Brasil, adultos y niños caminan largas distancias en busca de agua.
Algunas personas llegan a caminar el equivalente a 36 días de trabajo al año, según un estudio del Centro de Investigaciones Tecnológicas del Semi-árido. Y UNICEF señala que el 42% de los niños y adolescentes en la región no tiene acceso a agua de red general o pozos. Es en este contexto que hace su vital trabajo la Articulación para el Semi-árido Brasileño (ASA), una red de 750 entidades de la sociedad civil que comparten una creencia fundamental: el agua no es un bien de consumo, es un derecho humano básico.
La clave para el trabajo de esta red es que si bien el semi-árido es una región de lluvias escasas e irregulares, sí registra un nivel medio de precipitaciones anuales de 750 mm al año. En otras palabras, es posible almacenar agua para consumo humano y producción de alimentos y éste es precisamente el objetivo de uno de los proyectos centrales de ASA: el programa para la construcción de un millón de cisternas rurales.
Agua y autoestima
Iniciado en 2003, el programa usa tecnología simple para construir una cisterna o reservorio junto a cada casa, que recoge el agua de lluvia captada en el techo. La cisterna es fabricada con placas de cemento elaborado en la propia comunidad.
Cada cisterna tiene capacidad para almacenar 16.000 litros de agua, cantidad suficiente para que una familia de cinco personas pueda satisfacer sus necesidades de agua para beber, cocinar y lavarse los dientes durante seis a ocho meses -el período de sequía en la región. Cada cisterna tiene además, según ASA, el efecto de fortalecer la autoestima de cada familia. El costo de la cisterna es de aproximadamente 500 dólares, incluyendo no sólo la construcción sino otros componentes del programa como la capacitación de las familias.
Hasta ahora se han construido cerca de 240.000 cisternas, beneficiando a más de un millón de personas en unas 20.000 comunidades. Con cada cisterna, cada una de esas familias se vuelve autónoma, los niños tienen más tiempo para estudiar y sufren menos de padecimientos relacionados con agua contaminada, como disentería, cólera, hepatitis A y esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria.
La misión de ASA es ayudar a los habitantes de esta región a convivir con el semi-árido, y la construcción de cisternas es sólo uno de los ejes de su estrategia. También promueve la agricultura orgánica, la educación, la igualdad en relaciones de género, la valorización del conocimiento de agricultores locales y la democratización del acceso a la tierra.
Medio de vida
Para aquellos que ya cuentan con la cisterna, ASA impulsa una segunda etapa: el almacenamiento de agua para agricultura, de forma que las familias tengan una mejor nutrición y un medio de vida digno.
Se han puesto en práctica diferentes tecnologías para almacenar agua con fines agrícolas, desde cisternas y tanques de piedra a depósitos subterráneos. ASA está integrada por entidades que representan segmentos diversos de la sociedad, tales como sindicatos de trabajadores y trabajadoras rurales, asociaciones de agricultores y agricultoras, cooperativas de producción, organizaciones ambientalistas y de desarrollo, iglesias católicas y evangélicas. Con tecnología simple, ASA va transformando la vida de miles de personas en el noreste de Brasil, fortaleciendo la sociedad civil y el intercambio de conocimientos locales entre los agricultores. Para las familias del semi-árido, cada cisterna es mucho más que una forma de almacenar agua, es el comienzo de una nueva vida.

1 comentario:

EL.ESKRIBIDOR dijo...

liacSoy de, y vivo en una zona, de un país en el que sin llagar a los extremos que relatas, en lo tocante al suministro humano del agua, si bien raramente llega a los niveles publimetricos que mencionas, y dado que mi edad me permite hablar de algo, que he vivido, diría que en mi memoria cercana aun se encuentra, los largos periodos de sequía y deficiente suministro que padecíamos.

En un primer momento pienso, que existía una voluntad política y ciudadana para solucionar el problema, pero en un segundo estadio la cosa cambio y se convirtió en el gran negocio que es el agua ciudadana hoy. De manera que ya se sabe a Dios rogando y con el mazo dando, en el momento que le pongan precio al agua las cisternas intuyo que crecerán exponencialmente.

Saludos, Paz y Libertad