martes, 21 de octubre de 2008

Antecedentes en A.L. de crisis financieras.

En 1994, Venezuela vivió una crisis bancaria proporcionalmente más grave que la que sufre EE.UU. Afectó a un tercio de la población, a casi la mitad de las instituciones financieras y le costó al Estado el 10% del Producto Bruto Interno (PIB).
En 1994 Alves Fernández era un empresario de la construcción de la ciudad de Maracaibo, en el occidente del país, hasta que la crisis bancaria le quitó lo que hasta entonces había sido su proyecto de vida. Para el momento del colapso financiero, Fernández estaba cercano de los 50 años y tenía varios préstamos para obras en desarrollo. Pero su dinero, y hasta las cuentas por cobrar, quedaron congelados en dos de los bancos quebrados.
"La vida cambió para siempre. El descalabro fue desastroso", dice recordando cómo no podía cobrar por su trabajo mientras le exigían el pago de las deudas que tenía con esos mismos bancos que, paradójicamente, mantenían bloqueado su dinero. "Fueron casi 30 años de trabajo que se perdieron", recordó un molesto pero ya resignado Fernández.
El Latino, el primero
La historia de Fernández, y la de millones de venezolanos que se vieron afectados, empezó en enero de 1994 cuando el segundo banco en importancia de Venezuela -el Banco Latino- salió del sistema bancario por lo que pareció en principio un problema circunstancial de liquidez. Como en un efecto dominó, otros bancos, grandes y pequeños, empezaron a sufrir las consecuencias de lo que ya se perfilaba como una crisis de "insolvencia estructural" que se extendía por el sector financiero venezolano.
Las señales de que algo pasaba en los bancos empezaron a percibirse años antes, desde el momento en que la banca venezolana empezó a ofrecer al público intereses elevadísimos, de hasta 80% en diferentes instrumentos financieros. En el Banco Central (de Venezuela, BCV) se hicieron estudios en el 92 y en el 93 que mostraron un panorama de riesgo sistémico creciente. En aquel momento se hicieron los señalamientos respectivos, sin embargo no hubo reacción por parte de las autoridades.
La peor crisis
Mientras el problema crecía silenciosamente muchos venezolanos llegaron a vender su vivienda principal, dividían el dinero en varias instituciones financieras y planificaban un cómodo futuro viviendo de las rentas que les generaban réditos tan generosos. Pero para fines de año 1994, 75 instituciones financieras habían cerrado. Así que por mucho que los "rentistas" hubieran tenido la sana precaución de no tener todos los huevos en una sola cesta, muchos de ellos quedaron con sus fondos bloqueados.
Un total de 19 instituciones financieras fueron intervenidas por el Estado, que para evitar su quiebra y las previsibles consecuencias sociales puso en práctica un polémico "plan de rescate bancario", que al igual que el que aprobó recientemente el Congreso de EE.UU fue percibido por la opinión pública como un "rescate de los banqueros".
El gobierno tuvo que desembolsar el 11% del Producto Interno Bruto para financiar el plan, lo que tuvo un fuerte impacto en la economía venezolana. Al final del año, el PIB cerró con una caída del 3,3% y millones de personas terminaron con sus fondos congelados en la banca intervenida. En términos relativos, la crisis venezolana fue más grave y más costosa que lo que hasta ahora está siendo la crisis estadounidense, aseguró Luis Fernando Egaña, quien fuera ministro de Comunicación en el gabinete del presidente Caldera, al que tocó el manejo del problema.
"Banca irresponsable"
El cuadro del mal momento económico venezolano lo completaba la caída del precio del crudo (llegó a cotizarse en US$ 8) y los ecos de una inédita inestabilidad política que empezó en 1992 con los dos intentos de golpe de estado liderados por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez. Se experimentaba una total pérdida de confianza en la salud económica y política venezolana. Además había una falta de controles sobre la banca y lo que algunos llaman una "actitud irresponsable" de los banqueros.
Irresponsable y delictiva también porque en muchos casos los bancos dejaron a un lado su función fundamental de intermediación financiera para convertirse en instrumento de negocios de mucha osadía que comprometiron los recursos del sistema financiero venezolano, aseguró Egaña. Los sistemas de vigilancia del Estado no detectaron, o no prestaron suficiente atención, a algunas malas prácticas bancarias, como la de contratar préstamos con sectores conexos, es decir que banqueros se prestaban dinero a sí mismos.
Hubo una combinación peligrosa insana entre sectores políticos y sectores financieros que ayudó a crear aquella burbuja. Porque parte de los recursos se desviaban a actividades, algunas muy riegosas, de los propios accionistas y directivos de las instituciones.
Sin plan integral
Para muchos la debilidad en la coordinación inter-institucional contribuyó al estallido de la crisis y sobre todo complicó su posterior manejo. De hecho, a pocos meses de empezar la crisis muchos titulares renunciaron a sus cargos. El manejo de la crisis bancaria venezolana no fue una experiencia positiva. Fue un manejo de crisis que careció de un plan integral, los problemas se fueron atacando en la medida que se fueron presentando.
Los efectos se prolongaron durante unos 18 meses. Pasados tres años el sistema lucía saneado, con muchos bancos nuevamente privatizados, otros definitivamente cerrados y algunos vendidos a capitales extranjeros. Pese a que no hay una estadística oficial, se estima que la mayoría de los depositantes lograron recuperar sus ahorros, aunque con pérdidas patrimoniales importantes en algunos casos debido al efecto combinado de devaluación e inflación en el tiempo que tardaron en recibir los fondos.
En el caso de la banca venezolana algunos ponen en práctica el dicho aquel de "no hay mal que por bien no venga", pues consideran que la crisis permitió reforzar el sistema de regulación, forzó la mejor capitalización de las instituciones y hasta enseñó a los clientes las diferencias entre riesgos que ofrecen los diferentes instrumentos financieros.
Pero algunos clientes, como Alves Fernández, sienten aún el efecto. Y aunque asegura que "las lágrimas se han secado ya", el colapso bancario cambió su vida para siempre.
Como podemos apreciar, las crisis económicas siempre cumplen sus ciclos, para aquellos que no han estudiado economía quizás todas estas noticias de la crisis resultan un poco confusas o hasta aburridas, pero la verdad lo que la economía nos trata de recordar es que aunque todo parece que “va bien” siempre hay que estar atentos a las señales del mercado, sino veamos como existen similitudes entre la crisis que vivio Venezuela y la que actualmente vive Estados Unidos.
Recetas mágicas no existen para el futuro, pues debemos recordar que los economistas no cuentan con una bola de cristal pero sí con los antecedentes de situaciones parecidas que se han vivido en el pasado y pueden dar luces para corregir los problemas que ocasionaron algún problema.Esperemos que ahora que se han “desempolvado” varias de las experiencias vividas en el pasado, los líderes mundiales puedan revisar de forma detallada las estructuras o instituciones que están llamadas a mantener supervisión constante sobre las economías a fin de estar atentos y evitar o por lo menos reducir los efectos que producen este tipo de crisis. No es justo que el beneficio obtenido por unos pocos basados en riesgos innecesarios sea pagado con el dinero de personas trabajadoras.

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